02 Mar El pequeño Jordi: un caso de autosuperación
Jordi es uno de esos niños que siempre recordarás a lo largo de tu carrera profesional. Yo tiendo a recordar muy bien a muchos de mis alumnos (igual no sus nombres, lo acepto, pero sí sus caras y todo lo vivido con ellos.
Pues Jordi es justamente uno de ellos. Cuando le conocí era un niño de apenas 3 años. Aquel verano volvía a trabajar como monitora de natación durante el mes de julio para ir pagándome mis estudios. En este caso decidí trabajar en una piscina de un pueblo pequeño: Benissoda, un pueblo de no mucho más de 400 habitantes.
Hasta ese momento mi trabajo como monitora se convertía en asegurarme las edades de los niños y antes de empezar las clases, tenerlas preparadas para todo el verano. Mi proceso empezaba documentándome con qué podían hacer los niños de estas edades y a partir de ahí creaba las clases para que llegaran a los objetivos que los “especialistas” me aconsejaban en sus libros.
Pero ese verano, todo cambió. O mejor dicho, venía yo de cambios muy potentes a nivel pedagógico con lo que la magia se produjo desde el minuto 1. Durante ese año había cursado un master de DBM (Developmental Behavioral Modelling) con John McWhirter y mi concepto de la enseñanza y el aprendizaje se habían transformado por completo. Aquel verano yo no leía libros y preparaba las clases antes sino que la información y la guía de cómo preparar las clases estaba ante mí: eran todos y cada uno de los 8 niños que componían el grupo.
En la primera clase descubrí que Jordi necesitaría todavía más cuidados que el resto. A él le costó tremendamente desengancharse del cuello de su madre, lloró y cuando acabó de llorar, recuerdo hacer unos de los ojos con más miedo que he visto en mi vida y esto me hizo pensar en varias estrategias que podría tener en cuenta:
– Yo sabía que era el miedo a entrar en el agua, lo había vivido de pequeña y sabía que la herramienta no sería forzarle, ni obligarle sino acercarle poco a poco al peligro.
– Sabía que necesitaba desarrollar seguridad hacia mí, que no me sintiera un peligro más sino su aliada, su apoyo, el trampolín (nunca mejor dicho) para superar su miedo.
– Durante mi formación en DBM había conocido una herramienta que se llamaba “Falsa libertad de Elección” y me podía ser muy útil para preparar esos pequeños pasos. La herramienta se basaba en darle alternativas de elección al pequeño pero siempre dentro de los límites que me permitiese que él se superase a sí mismo.
Y justo con estas ideas en mente empezaron sus clases.
El primer día seguí este proceso:
- Le dije a Jordi: “Lo siento mucho pero hoy tú no vas a entrar a la piscina, no te voy a dejar que toque el agua. Lo siento pero tendrás que estar toda la clase fuera del agua”. Él me miraba sorprendido ya que le estaba prohibiendo justo lo que él quería “no tocar el agua”.
- A partir de ahí le propuse que tenía dos espacios en los que podía sentarse. Yo quería que estuviera a 3 metros del agua por lo que le indiqué con mis manos dos opciones en el suelo: una a 3m. y otra a 2m. ¿Adivinas cuál eligió? Evidentemente la de 3m. que era la que yo necesitaba para crear el acercamiento.
- Cuando ya respiraba con tranquilidad sentadito en el suelo, le dije: “Ay Jordi, lo siento, pero en ese sitio tengo que dejar las colchonetas de la clase. Mira, puedes sentarte aquí (a 2 metros) o aquí (a 1 metro del agua). Y evidentemente eligió a 2 metros. Y con esto, y pequeñas conversaciones y juegos que mantenía con él, finalizó la clase.
El segundo día partió de la misma estrategia pero aquí ya no había promesas de que no tocaría el agua:
- Partió de su espacio de confort a 2 metros del agua.
- Como puedes intuir, un tiempo después le dije: “Ay Jordi, necesito ese espacio para hacer la cola, ¿dónde quieres sentarte aquí (a 1 metro del agua) o aquí (en el borde la piscina)?”. Sí, así es, eligió a 1 metro.
- La siguiente aproximación fue en el borde con los pies fuera o en el borde con los pies dentro del agua.
Y poco a poco, contiuamos el proceso en el que las elecciones eran:
– Con los pies dentro o todo dentro del agua.
– Dentro del agua con corchos o a mi brazo.
– Dentro del agua con protecciones o solo.
– Nadando en la parte baja o en la parte profunda.
Y un largo etcétera de aproximaciones que acabaron con un Jordi nadando por sí mismo con sus manguitos y protecciones pero empezando a sentir un mínimo disfrute con el contacto acuático. Evidentemente el proceso fue con muchos más detalles, con un mimo exquisito y sin parar de atender a sus reacciones y emociones para darle a cada instante los apoyos necesarios, pero sin ninguna duda es uno de los procesos de aprendizaje más bonitos que he vivido.
Estas experiencias siempre me llevan a pensar que cualquier alumno puede llegar dónde nos propongamos pero ello requiere toda nuestra atención y dedicación, nuestra sensibilidad para hacerle superarse a sí mismo con pequeños pasos y una pizca de ingenio y creatividad para hacerlo realidad. ¿Tienes todos estos ingredientes?
Reme Egea
Maestra de Educación Física, Formadora en Habilidades Directivas y Gestión de Equipos, Psicóloga, Creadora del proyecto Train The Trainers, Conferenciante, consultora y socia de Proformación S.L.
Reme es una de esas atrevidas aventureras, de las que luchan por los sueños, una de esas apasionadas que nunca tira la toalla.
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