19 Dic Llámame rara, pero no les regales más juguetes.

Llegan estas fechas navideñas y con ellas un motivo genial para «pelearme» con unos y con otros. Se supone que estas deberían ser unas fechas donde reinara la harmonía, el cariño, la amistad, la familia y otros tantos valores…pero desde hace años son unas fechas geniales para discutir con algunas personas que no respetan parte de mis decisiones (buenas o malas, pero mis decisiones).

Sé que la Navidad implica muchas cosas, pero si tienes hijos seguro que entre todas esas cosas que implica la Navidad, está que acaben cayendo regalos de amigos invisibles, papá Noeles y Reyes, ¿pero estamos seguros de que son realmente regalos para los pequeños?

Ya van dos Navidades en las que he tenido que explicar varias veces que no quiero grandes regalos para mis peques y tampoco decenas de ellos, como suele ocurrir. Pero… ¿por qué ciertas personas no respetan está decisión? Mi sensación es que no se piensa realmente en los pequeños, en mantener sus ilusiones y en darles valores útiles para su vida. Creo que lo que hacen muchos adultos es regalar para SU PROPIO DISFRUTE. Los adultos disfrutan viendo abrir esos regalos pero muchos no son capaces de pensar en el daño que puede hacer a largo plazo.

Y sí, llámame rara si quieres, pero intento basar lo que digo en la experiencia, en conocer a mis hijos y observar sus comportamientos y sus emociones día a día, e incluso me baso en distintas investigaciones que dicen que no estoy tan loca.

Posiblemente te interese saber mis hipótesis o igual prefieras no leerme porque crees que me cargo el espíritu de la a Navidad con esta forma de pensar. A partir de aquí  continúa leyendo o cierra simplemente este post. La decisión está en tus manos…

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Si todavía estás aquí te diré cuáles son los motivos por los que regalos demasiado caros o demasiada cantidad puede ser dañina a largo plazo.

¿POR QUÉ PUEDE SER DAÑINO LA “SOBRE-REGALIZACIÓN”?

Motivo 1- Demasiados regalos hacen que no cuiden lo que tienen: cuando un niño llega a tener sobredosis de regalos empieza a menospreciar el esfuerzo que supone conseguirlos y con ello “maltrata” de algún modo aquellos que tiene. Los rompe, los destroza, los tira, no los respeta puesto que es muy fácil conseguir otra caja llena de nuevos objetos.

Motivo 2- Anestesia emocional: posiblemente este sea uno de los motivos que me producen pena al ver un niño/a sobreregalado. Cuando tienen tanto, es fácil ver como esta saciedad va matando poco a poco sus ilusiones. Si algo caracteriza la vida de un niño es la ilusión, la pasión por las cosas, el brillo en sus ojos…¿no es cruel cargarse esas sensaciones tan maravillosas?

Motivo 3- Sobreestimulación: tantos colores, ruidos, formas, movimientos, objetos, etc. llegan a producir una sobrecarga para los sentidos que no les permite mantener la atención en nada en particular. Saltan de un objeto a otro, de una caja a otra, sin poder detenerse y disfrutar plenamente de uno de ellos.

Motivo 4- Pérdida de valores: si hay un valor del que me siento tremendamente orgullosa en mi vida, sería el de haber aprendido a luchar por lo que quiero, por objetivos, por sueños, por retos que tengo en la vida. Cuando tienes tanto sin hacer nada, pierdes completamente el sentido de pelear por aquello que realmente vale la pena en la vida. 

Con todo esto no estoy diciendo que se les prive de regalos, ni mucho menos. Siempre recordaré esas noches previas al día de Reyes donde prácticamente no dormías pensando en el día siguiente. Esa ilusión que te hacía obedecer a tus padres durante los dos días previos. Nunca olvidaré ese año que llegaba empaquetado mágicamente algo en lo que habías soñado. Por eso no digo que se les prive de regalos, pero si lo hacemos siguiendo estas pautas que te propongo igual podemos conseguir disfrutar sin romperles la ilusión…

PAUTAS SIMPLES PARA REGALAR Y CONTINUAR MANTENIENDO LA ILUSIÓN DEL NIÑO/A

1. Un regalo más grande o como máximo dos (uno en cada casa de los abuelos, para que disfruten al verlos abrir el paquete…) y después en otras casas alguno de relleno como un pijama, unos zapatos que le hagan falta o un libro.

2. Haz que elija a papá Noel o a los Reyes Magos. Yo pasé mi infancia pensando en aquellos tres señores que venían en camello por lo que me decanto por ellos. Puedes aprovechar para inculcarles valores como la solidaridad cuando sepan que a su casa solo llegarán los Reyes porque de ese modo Papá Noel puede llegar a otros lugares donde los Reyes no tienen tiempo de llegar. 

3. Regalos para toda la familia. No es preciso que el único con regalos esa noche sea el niño. Deja que los adultos a su alrededor también tengan algún que otro regalito para que aprenda que el resto de seres humanos también se lo merecen y son valiosos.

4. Cambia regalos materiales por experiencias. Te aseguro que excepto tu primera bici o similar el resto de regalos se olvidan. Lo que nunca se olvida es esa vez que fuiste al circo con tus hermanos por primera vez, o aquella primera tienda de campaña desde la que veías las estrellas con tus padres, o el cuento que te contaba tu abuelo, o aquel día que te fuiste con tu madre a ver ETE en el cine, solos, como si fueras hijo único.

5. No olvides que lo importante no es si la pelota lleva las firmas de sus jugadores favoritos  y vale 40 euros o si la has comprado en una gran superficie por 4 euros, lo importante es que pueda chutar contigo.

Ojala que alguna de esas personas con las que cada Navidad tengo que discutir, leyesen este artículo y entendiesen que no es que sea solo una “RARA” sino que hay algo detrás mucho más potente con lo que no quiero que jueguen: “la ilusión de un niño”.

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