01 Dic John McWhirter: un maestro y ejemplo del «ir más allá»

Mis estudios universitarios no empezaron con una decisión clara de lo que quería ser en la vida. No sabía a lo que me quería dedicar. Sabía que me gustaban las personas, que me gustaba ser útil a otros y estar con gente distinta pero esto no era lo suficiente para decidir de forma contundente a qué iba a dedicar mis años de Universitaria.

Empecé Psicología, no me convencía. Al año siguiente empecé Magisterio de Educación Física, tampoco era mi trabajo ideal. Las fui combinando hasta que poco a poco descubrí que lo que más me fascinaba era trabajar en el mundo de los adultos, en formación, inspirarles, darles alas, hacerles replantearse lo aprendido hasta el momento y empujarles a lugares inimaginados por ellos hasta el momento.

Y para ello necesité buscar un “mago”. Sí, lo escuchas bien, me refiero a una persona que hiciese magia con los seres humanos, alguien que fuese un verdadero crack del trabajo con personas. De ese modo llegó John McWhirter a mi vida. Había trabajado con empresas, con colegios, en centros de menores, con niños, adultos y sobretodo había facilitado con su trabajo cambios sin igual en la vida de las personas.

Me apunté a un master que organizaba la Universidad de Valencia y día tras día fui descubriendo toda la maestría que aquel escocés escondía en su interior: habilidades, recursos, formas de ver el mundo, una inteligencia sublime y sobretodo una capacidad de autocrítica conmovedora. John ha desarrollado la metodología DBM (Developmental Behavioral Modelling). Es el creador de más de 800 modelos y aun así no hay ni un solo día que continúe dando vueltas y mejorando cada una de sus creaciones.

John no necesita a nadie que se dedique a ser crítico de su trabajo, tampoco necesita a nadie que sea crítico con su desarrollo como persona, sino que cada día es él mismo quien se activa para ser su mejor y más constante crítico. John demuestra en sus clases que el cambio es una constante, que la mejora puede ser infinita y estas ideas acaban siendo parte de su forma de vida a través de la autocrítica y la autoexigencia profesional y personal. Puedes volver año tras año a una de sus formaciones y siempre hay algo distinto, algo ha evolucionado, algo ha cambiado. Es una de esas personas que no necesita escribir libros para sentirse importante, ni mostrar cada aspecto de su vida en las redes sociales. John no necesita hablar de su genialidad, tan solo hace, hace y hace.

Y la verdad es que tiene tantos credenciales en sus espaldas, ha trabajado con tanta gente de tanto renombre en todos los rincones de este planeta que cualquier otra persona con ese bagaje nos estaría recordando constantemente su “caché”. John no lo hace. Él hace lo que realmente importa: ir siempre más allá… Su vida y su profesión se basan continuamente en ese “ir más allá”. ¿Dónde? Más allá, tan simple y a la vez tan complicado. Cuando un maestro como John es capaz de cuestionar sus propios modelos, sus propios conocimientos, sus habilidades y recursos, ¿cómo no va a conseguir que lo aprendan de igual modo sus alumnos?

El simple hecho de tener un verdadero maestro de la autocrítica, potencia en ti la habilidad de estar siempre preguntándote cuestiones como:

– ¿Puedo ir más allá?

– ¿Qué más puedo mejorar?

– ¿Qué he aprendido de esto?

– ¿Cómo puedo cambiar algo más?

– ¿Cómo he colaborado para que esto sucediera de esta forma?

– ¿Qué más puedo hacer?

– ¿Qué modelos míos podrían ser revisados? ¿Mi modelo del mundo? ¿El modelo que tengo de mi mismo? ¿El modelo de los otros? ¿El modelo o mi forma de ver las relaciones?

Y así un sinfín de preguntas que podríamos hacernos para ser más autocríticos. Porque eso es lo que justamente se respira de un profesor que antes de culpar o hacer responsable a nadie de lo que le ocurre, se pone en primera fila y se plantea qué puede mejorar él mismo. Un verdadero ejemplo de humanidad, humildad y autocrítica.