Cállate

06 Oct Cómo decirle a un alumno cállate, sin decir cállate

Parece obvio que si queremos decirle a un alumno que se calle y que no moleste al resto de sus compañeros puede ser con un simple “cállate” pero si fuera tan sencillo, llegarías de buena mañana a tu clase, y les dirías: “Alumnos callaros” y a partir de ese momento estarían atentos y aprendiendo de cada una de tus intervenciones, ejemplos, explicaciones, etc.

Pero, ¿es esto tan sencillo? ¿Dices un “cállate” y escuchas el resto de la hora un silencio sepulcral? Yo creo que no lo consigues tan fácil porque en muchas aulas con niños o con adultos he escuchado a profesores que repetían en una solo clase 20 veces el término “callaros”.

Primero que nada te diré que a mí me encanta escuchar sus voces. Esas voces que discrepan con lo que dices, esas voces que cuchichean con el de al lado sobre los contenidos de la clase o incluso a veces de cosas que no tienen nada que ver, simplemente “contenidos de la vida” (si les gusta este o este otro, si se cambiarán el cromo, o si le prestará el plan de marketing de su empresa). Me encanta escuchar esas voces que potencian nuevos pensamientos en sus compañeros o que cuentan su experiencia real de aquello de lo que estamos hablando.

Aclarado este primer punto, también diré que a veces es necesario que por unos minutos escuchen con todos sus sentidos: cuando les damos las instrucciones para el siguiente ejercicio, cuando les estamos dando un ejemplo que será útil para el trabajo que tienen que hacer o cuando otro compañero está hablando (posiblemente este sea el punto más importante).

¿Y cuáles son esas técnicas que puedes utilizar? Te contaré algunas de las que yo he ido desarrollando en mis clases y que tan útiles me han resultado:

1. Hablar con un volumen cada vez más bajo:

si gradualmente vas bajando el volumen de la voz, descubrirás cómo sus voces poco a poco van desapareciendo. En el momento en que tu voz solo va llegando a las primeras filas, va aumentando la curiosidad de aquellos a los que no les llega el sonido y entonces harán esfuerzos por escuchar.

2. Sentarse en el suelo, subirse a una mesa o cualquier cosa inesperada:

en ese momento lo ven como un gesto tan fuera de lugar que se quedan por unos segundos en silencio y a partir de ahí es el momento perfecto para captar su atención.

3. Lanzar una pregunta directa:

cuando un alumno está hablando con otro puedes lanzarle una pregunta directa a uno de ellos (“Carlos, ¿cómo ves el tema? ¿Cuál es tu opinión?”). Se quedará un tanto descolocado, sin saber responder y en ese momento aprovechas para hacerle un pequeño resumen de lo que estabas diciendo y le vuelves a preguntar.

4. Hacer que se pongan de pie:

si están desconectando por cansancio, por ser las últimas horas de la clase o por cualquier otro motivo, puedes plantear una actividad en la que estén de pie o simplemente acercarse a la pizarra en semicírculo para que les expliques aquello que les estabas explicando. El simple hecho de ponerse de pie, nos vuelve a activar.

5. Contar una anécdota:

cuando se transmiten conocimientos que los alumnos no sienten útiles o alejados de su realidad van desconectando pero si en ese momento eres capaz de darles un ejemplo real, una anécdota, una experiencia tuya, la atención vuelve a crecer. Esas palabras mágicas de “hace unos días me pasó…”, activan toda la curiosidad del mundo, aunque sea por simple cotilleo.

6. Utilizar un objeto:

cuando necesitamos reforzar una explicación complicada es habitual que se vayan aburriendo y desconectando por lo que una estrategia útil puede ser coger un objeto del aula que te permita reforzar aquello que estás contando. Por ejemplo, si hablases de cuatro pilares, puedes utilizar las patas de una silla para hacer un símil con los elementos de los que les hablas.

7. Ponerse detrás de ellos:

esta técnica es muy efectiva con alumnos adultos que están hablando entre ellos o que incluso están wasapeando con sus móviles. Es un instante perfecto para pasear por el aula tranquilamente y ponerte en sus espaldas. Cuando te alejes, lo volverán a intentar, y tú te volverás a acercar. A la tercera, ya saben perfectamente que te has dado cuenta.

8. Hablar por unos segundos en otro idioma:

entre las voces de varios de tus alumnos puedes empezar a utilizar cualquier otro idioma que no sea el habitual. Cuanto más alejado de sus conocimientos mejor, por lo que solo la curiosidad de saber lo que significa, permitirá que escuchen con atención.

9. Quedarte en silencio mientras los miras:

te quedas en silencio, los observas con tranquilidad y te concentras en tu propia respiración. Si puede ser una respiración profunda y diafragmática que tenga un efecto relajante sobre tu cuerpo y tu mente.

10. Hablar contigo mismo:

sí, sé que suena a locura total pero te aseguro que el nivel de efectividad es del 100%. Tienes varias opciones, una de ellas es hablarte a ti mismo, otra de ellas podría ser hablarles a tus otros “yos” (como si de un trastorno de personalidad múltiple se tratara) e incluso puedes simplemente conversar con la pared.

Y tú, ¿qué otras técnicas utilizas para decir que se callen sin decir que se callen?

Mano de fotografía diseñado por Kues – Freepik.com

No Comments

Post A Comment