25 Ago Castigo con sabor a 4 estaciones
Hace unos días, un profesor de un centro educativo me relataba una anécdota que habían vivido en los últimos días en su colegio: acababan de descubrir a 5 chavales que durante meses habían sustituido su comida del comedor por un servicio de pizza “a domicilio” (o mejor dicho servicio de pizza “a colegio”).
LA CURIOSA ESTRATEGIA
Te cuento con más detalle. Durante 8 meses, día a día, buscaban la forma de no acudir al comedor para disfrutar de sus fantásticas pizzas. El repartidor, que ya se había convertido en un gran amigo para ellos, les traía recién hecha cada día su pizza y en un rinconcito de los inmensos patios del colegio, la disfrutaban como un verdadero manjar.
Es posible que te plantees: ¿y cómo no se han dado cuenta los profesores? Pero si imaginas que el colegio es enorme, con distintas áreas de recreo, que acuden más de 1000 alumnos al mismo, que sus horarios de patio y comida son distintos y que en el comedor van acudiendo a distintas horas, puede que entiendas perfectamente que a ti o a mí también podría habernos pasado.
PALABRA EQUIVOCADA EN ESENCIA: “CASTIGO”
Pero bueno, de lo que hoy te quiero hablar no es justamente de la “anécdota” sino de la intervención que se plantea a partir de la misma. Después de descubrir la “trama pizzera” el colegio decidió tomar medidas y ponerles un castigo: quedarse unos días en su casa. Además durante estos días tenían un examen al que no se podrían presentar por estar castigados.
Esa es la situación y ante ella, me planteo varias preguntas (…¡y respuestas!):
– ¿Qué tiene que ver una cosa con otra, es decir, que tiene que ver lo que ellos han hecho con quedarse en casa o no permitirles ir a un examen? Para mi nada.
– ¿Para qué servirá? Para que estén tranquilamente en casa, igual disfrutando de unas pequeñas vacaciones.
– ¿Qué aprenderán? Posiblemente nada o muy poco.
Entonces, ¿por qué aplicar castigos sin sentido?
DETALLES QUE DEBERÍAN SER PREMIADOS
Además, al castigar, nos olvidamos que en la situación había detalles muy positivos, habilidades, conocimientos, recursos que ellos habían puesto en juego para llevar a cabo su objetivo. O sea, que si somos realistas, tenemos que aceptar que esta conducta también muestra habilidades muy positivas:
– Búsqueda de recursos: cada día conseguían su parte correspondiente de recursos económicos para intercambiarlos por comida.
– Trabajo en equipo: Se habían organizado perfectamente entre ellos para coordinar los pedidos.
– Creatividad y solución de problemas: Habían buscado al pizzero y habían encontrado el plan perfecto para no ser pillados durante meses.
– Relaciones sociales: habían desarrollado amistad con él para que les hiciera otros «pedidos».
– Constancia: De forma disciplinada y constante, cada día repetían la acción.
– Disfrute: Fueron capaces de escapar de experiencias culinarias no muy agradables y buscar otras mucho más deliciosas.
Sé que esta visión te puede resultar chocante, pero es cierto que todos estos elementos y habilidades formaban parte de la realidad. Tanto es así, que cuando nos hacemos adultos llegamos a pagar importantes sumas de dinero para cursar masters y cursos específicos que nos ayuden a desarrollar estas habilidades. ¿Te lo habías planteado?
MÉTODO CON LOS PIES EN EL AULA
En definitiva, creo que nos equivocamos muchas veces en el proceso de “poner castigos” y hacemos que pierdan el aprendizaje y la efectividad. Yo tengo un método especial y un tanto alternativo para tratar con este tipo de situaciones, pero mucho más útil que los métodos tradicionales. Te lo cuento y si te atreves…¡prueba su eficacia!
– PASO 1: ¿QUÉ QUIERO QUE APRENDAN?: Esta es la primera pregunta a plantearse porque en función del aprendizaje que queremos, los siguientes pasos cambiarían totalmente. En el caso de la “trama pizzera” no es lo mismo querer que aprendan que no es correcto hacer tirar a sus padres el dinero del comedor, o que es peligroso buscar alternativas de este tipo, o que es una transgresión a la norma acordada por todos.
– PASO 2: TRANSMITIR Y ARGUMENTALES MI VISIÓN: Les cuento mi visión de la situación que ha sucedido, los por qués y la importancia de crear unas consecuencias (no hablo nunca del término “castigo”).
– PASO 3: ¿CUÁL ES SU VISIÓN?: Les dejo que me comenten su visión de lo que ha sucedido, su opinión, su punto de vista.
– PASO 4: ¿QUÉ CONSECUENCIAS APLICAMOS?: Les pido a cada uno de ellos, cuáles considera que deberían ser «las consecuencias» que ellos consideran justas (curiosamente, siempre que lo hago las consecuencias que proponen son más duras que las que tú podrías haber planteado).
– PASO 5: ELEGIR LAS CONSECUENCIAS: Basándome en las opciones que me han dado, intento elegir o crear unas consecuencias adaptadas al nivel de gravedad de los hechos.
– PASO 6: RECONOCE Y VALORA: Esta es la parte más importante para mí. En este punto les relato una tras otra, las partes positivas de lo que han hecho. En la “trama pizzera” les diría: Por una parte vais a tener las consecuencias que hemos consensuado para que aprendáis pero no sería justo si no os digo los aspectos positivos que también hay ahí: “Habéis sido capaces de buscar recursos cada día, habéis trabajo en equipo, nos habéis mostrado vuestra creatividad, la capacidad de solucionar problemas, de crear relaciones sociales, constancia y capacidad de disfrutar de las pequeñas cosas de la vida. Enhorabuena por esa parte, porque si sois capaces de utilizar esas habilidades de forma más eficaz, tenéis un bonito camino recorrido”.
¿Suena raro todo esto? Lo sé, pero no me preocupa, te lo aseguro. Si el objetivo de lo que hoy llamamos «castigos» es que los chavales aprendan, te puedo asegurar que el método que te propongo te permitirá no solo que aprendan, sino que se desarrollen, que crezcan como seres humanos y que les sea de utilidad la experiencia el resto de su vida.
¿Probamos?
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