16 Nov Aprender de los errores en un aula
Hay algo por lo que siempre he sentido reverencia y son las palabras de un alumno, alguien que se atreve a decirte cara a cara qué es lo que piensa de ti. En aquella ocasión no fue cara a cara pero sí «email a email» y tuvo el mismo efecto que si lo hubiera hecho directamente.
HISTORIAS CON VIDA PROPIA
Hace unos años nos contrató el presidente de la asociación de alumnos de la escuela de telecos, en la Universidad Politécnica de Valencia. En esta ocasión se trataba de un taller para mejorar las habilidades para gestionar futuros equipos de trabajo con los que se pudiesen encontrar. El grupo estaba formado por unos 20 alumnos, con muchas ganas de acabar la universidad y empezar a buscar trabajo.
En una de las clases, un alumno se quejaba de que llevaban ya muchos años estudiando y de que parecía que nunca llegarían a graduarse. En aquel momento yo ya había desarrollado la idea de que las quejas servían para muy poco en la vida, y que lo que realmente importa es que nos pongamos en acción para hacer los cambios pertinentes. Por lo que le dije:
– A ver, no veo a nadie todavía calvo por lo que no creo que llevéis aquí tantos años cómo para no sacaros la carrera como dices.
Y ahí quedó ese comentario. Sin ninguna mala intención. Solo con la idea de pincharles y activarles para que se pusieran en acción.
APRENDIZAJES DUROS
Acabó el curso. Buen feedback, buenas puntuaciones en la evaluación al profesor y sensación de trabajo bien hecho. Yo con esas sensaciones positivas me fui a casa. Hasta que tres meses más tarde llegó un email que me dio una de las mayores lecciones como formadora. El mail decía así:
«Hola Reme, soy #@$«&>, uno de los alumnos del curso de Habilidades de gestión de Equipos en Teleco. Me hubiera gustado escribirte antes pero he necesitado coger fuerzas suficientes para escribirte este mail. Nunca pensé que una psicóloga pudiera ser tan insensible como para decir lo que dijiste respecto a los calvos. Desde hace un año sufro de alopecia y eso me ha provocado muchos problemas. Desde hace un año empezó a caerme el pelo y eso ha hecho que mi vida se complique mucho. No ligo con ninguna chica por culpa de este problema, nadie se fija en mi y tengo que aguantar burlas y comentarios al respecto. Pues lo dicho, que considero que eres muy insensible con este problema».
¡Uau! Me quedé con la boca abierta. ¿Cómo no me había dado cuenta de esa metedura de pata? Y es que a veces por muy buenas intenciones que tengamos podemos meter tremendamente la pata.
APRENDIZAJES EN DOS DIRECCIONES
En ese mismo momento le contesté, intentando que a su vez pudiera aprender cosas útiles para su vida:
– Pedir disculpas: «Hola #@$«&>, primero que nada me gustaría pedir disculpas. En ese momento, te aseguro que no tenía ninguna intención de herirte a ti ni a nadie de tus compañeros pero como tú dices independientemente de mi intención, fue una frase muy desafortunada, lo siento mucho«.
– Aprendizaje útil para él: «Si me permites, haré una corrección a tu feedback ya que si no, podrías cometer un error al generalizar tanto. En tu mail me dices que nunca pensaste que una psicóloga pudiese ser tan insensible como para decir eso. En otra ocasión puede resultar más útil hablar de que «he hecho o dicho» algo inapropiado, una conducta de insensibilidad, ya que si con un error dices que «soy insensible» es una crítica poco realista puesto que no me conoces en otras mil conductas y situaciones de mi vida».
– Agradecer aprendizaje útil para mí: «Independientemente de la aportación que hago a tu crítica, me gustaría agradecerte que hayas tenido el valor de darme ese feedback ya que sin ninguna duda me hará mejorar como profesional y como persona. Gracias a ti mejoraré ese punto puesto que lo que no pretendo en mi trabajo es complicarle la vida a nadie. Muchísimas gracias por haberme hecho aprender de esta manera».
Y con este cruce de mails aprendí una de las mayores lecciones de mi vida: lo que hagamos y digamos en un aula puede cambiar la vida de un alumno para siempre, para bien y para mal. Gran aprendizaje…
Reme Egea
Maestra de Educación Física, Formadora en Habilidades Directivas y Gestión de Equipos, Psicóloga, Creadora del proyecto Train The Trainers, Conferenciante, consultora y socia de Proformación S.L.
Reme es una de esas atrevidas aventureras, de las que luchan por los sueños, una de esas apasionadas que nunca tira la toalla.
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