04 Ago Cómo actuar cuando alumno y cliente son la misma persona

Si me hablas de retos, te diré que me encantan, que los busco, que me fascinan porque me hacen crecer y te puedo asegurar que en la formación los puedes encontrar todos y cada uno de tus días.

PREGUNTAS PELIGROSAS

Hay un reto que no busco, sino que más bien intento crear cada vez más. En mis inicios como formadora había una pregunta que me descuadraba, y más si te la hacían cuando no llevabas ni una hora de clase: “Disculpa Reme, ¿mi jefe ha pasado por aquí?”. Como verás una pregunta sencilla, curiosa, aparentemente inocente pero te puedo asegurar que la carga de crítica que llevaba la misma no la podrías haber pesado con una balanza que pesase solo kilos…¡aquello eran toneladas!

En muy poco tiempo empecé a notar todo lo que aquella pregunta escondía: era la paradoja de sentir que tu “jefe” te envía a formarte en algo en lo que él suspendería estrepitosamente. Con lo cual la solución era pasar por el desafío, el riesgo y la Aventura de meter a jefes y empleados en una misma aula.

SIEMPRE HAY UNA PRIMERA VEZ

Recuerdo uno de nuestros primeros casos: Miguel. Se trata de un director de varias factorías en una empresa de automoción. Hace unos años nos pidió una formación para su equipo de trabajo y su primera frase fue: “Necesitamos una formación para que podamos desarrollar más cohesión en el equipo, necesitamos mejorar nuestras formas de trabajar en equipo, nuestras habilidades y yo el primero”. Aquella fue una verdadera prueba piloto: había que conseguir que su gente participase, que se analizasen problemas duros en el equipo y que pudiesen aportarle incluso posibles mejoras y…¡prueba superada!

Desde este momento, nosotros hemos promovido que el propio cliente participe, por lo que es fácil encontrarte con el gerente de la empresa con sus trabajadores, o con el directivo que ha contratado el servicio, o con algún director de departamento escuchando y compartiendo la visión de su propia gente.

Es cierto que a la hora resolver problemas de comunicación, de liderazgo o de trabajo en equipo, surgen asuntos personales y se pueden crear situaciones incómodas, pero si no funciona no es porque el cliente no sea capaz de interactuar correctamente, no es porque sus empleados no se atrevan a opinar. Si no funciona, será porque como profesional no he tenido la competencia suficiente para hacerles sentir cómodos y confiados en esa situación.

RECOMENDACIONES PARA AFRONTAR EL RETO

Después de muchas horas de vuelo, grandes errores y mayores aprendizajes, te puedo ofrecer alguna recomendación que te ayudarán a manejarte en este tipo de situaciones:

• Investiga: Antes de meterte en el aula intenta descubrir cuáles son realmente las expectativas de tu cliente-alumno, su propia forma de ver las cosas, lo que le incomoda y sus objetivos mínimos en esa formación.

• Relájate: Tienes que ser capaz de sentirte incómodo en esa situación y aun así poder ayudarles en el cambio que te están pidiendo, ya sea de actitudes, habilidades, valores o conocimientos. Las primeras experiencias siempre son más costosas pero con la práctica mejorarás.

• Confianza: Si el cliente no se siente confiado o sus colaboradores se sienten “en peligro” no hablarán. Tienen que verte como alguien respetuoso, que valorará al máximo sus aportaciones y que creará la forma de que se lleguen a escuchar, cueste lo que cueste.

• Aporta: No están ahí simplemente para que escuches sus quejas, sus comentarios o sus ideas, necesitan que les aportes lo mejor de ti, tus valores, tus ideas y tus habilidades que inconscientemente podrán copiar.

Y no olvides que en ese momento, en ese instante tienes el enorme privilegio de ocupar parte de sus vidas, de su futuro y de sus proyectos. Ellos te regalarán algo que no podrán recuperar por nada del mundo: su tiempo. Haz que sea una experiencia que realmente valga la pena, algo que marque un antes y un después.

Recuerda que este desafío es solo para atrevidos… ¿Eres uno de ellos?

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